miércoles, 5 de noviembre de 2008

Otoño

Ahora todo empieza a entrar en la calma, en la observación, en el recuerdo de las vivencias; es decir, en la memoria. El otoño nos trae la nostalgia, la melancolía y otra forma de ver la felicidad y la vida. Es tiempo de replanteamientos, de revalorizaciones, de comenzar a acumular nuevas energías para irse preparando para el largo invierno. Los frutos de la estación se vuelven ocres, menos brillantes, menos intensos, casi tranquilos y apacibles. El sabor de las cosas se hace más intenso y la necesidad de conservar las energías se hace evidente. Sin embargo, la memoria gustativa no pertenece sólo al otoño; es de la primavera, del verano y del invierno también, aunque es en el otoño cuando viene la calma después de lo intenso, la contemplación, el sosiego y el disfrute de lo placentero. El otoño es la estación por excelencia de la memoria y el aprendizaje.

La cocina de los sentidos de Miguel Sánchez Romera (Planeta)

2 comentarios:

Txanpiñon dijo...

“Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve” Así cantaba Serrat y así está ahora en mi pueblo. Es verdad que esta lluvia sosegada y persistente del otoño invita a los recuerdos, al sosiego y evoca desde luego la memoria de los sabores. Esos sabores que nos acompañan toda la vida y que posiblemente tengamos algo mitificados.
Intentando recordar esos sabores hoy he hecho un arroz con morcilla y setas que hacía mi abuela y que me ha traído otros paisajes, otros tiempos y otras ilusiones.

Carlos dijo...

Sí, yo ando ya dándole a la caza con fuerza. Cada día estoy más seguro de que a la gente ya no le gusta la caza, sino los sucedáneos criados que encontramos todo el año.