viernes, 4 de abril de 2008

Vinos para una comida en Tragabuches (por Weirdo)

Mejor dejar el tema de los vinos en manos de los especialistas, así que os dejo la opinión de Weirdo sobre cada uno de los vinos que tomamos.

La Bota de Fino Macharnudo Alto:

Fino original y diferente, nariz punzante, aceitunada y con rastros evidentes a los frutos secos tan típicos en estos vinos (almendras tostadas pero también nueces). Boca compleja y muy elegante.Es un vino para disfrutar sentado durante varias horas para realmente poder comprobar como el vino va reviviendo, que nos hace recordar gota a gota esas notas más oxidativas que le hacen ganar en profundidad. Yo que soy previsor aguanté el último trago para los postres.

Charles Mignon Brut Grande Reserve:

Champagne procedente del Valle de la Marne, es una Tête de Cuvée, es decir vinificado sólo con el mosto obtenido de la primera presión de las uvas. Burbuja crujiente y algo agresiva al principio pero domada perfectamente por la copa, la primera entrada en nariz noté nítidos aromas a cereza procedentes de la Pinot Noir, también notas de piña, melocotón, brioche y panadería. Redondo, fresco y elegante en su conjunto, perfecto para los snacks.

Ginglinger Gewurztraminer Schneckenberg 2005 (Alsacia)

En mi opinión una de las revelaciones de la comida, con notas de albaricoque, chirimoya y sobre todo claros aromas de lichis, tan típicos de la variedad. Los ligeros recuerdos de miel en nariz hacían pensar que nos íbamos a encontrar con un vino con un nivel de azúcar residual mucho mayor del que realmente tenía. Boca con una acidez bien integrada que lo hacía muy agradable y redondo, nada empalagoso.

Baumard Savennieres Clos de Saint-Yves 2003 (Savennieres, Valle del Loira)

Chenin Blanc de una de las bodegas fetiche del señor Parker en Savennieres y que elaboran los vinos más “limpios” de la zona. Tuvo una buena entrada en nariz, con notas muy cítricas (piel de naranja, pomelo) y ligeros recuerdos a flores amarillas. La pega es que quizás esperaba una mayor evolución del vino en la copa.

Pascal Cotat Sancerre La Grande Côte 2005 (Sancerre, Valle del Loira) (Sauvignon Blanc)

Salió con corcho, así que descatalogado.

Luddite Shiraz 2004 (Western Cape, Sudáfrica)

Tinto que sorprende en cada añada, si en el 2003 destacaban más las notas de cuero, caja de puros y notas vegetales, este 2004 se expresó con mucha mas frutalidad (moras, arándanos), rastros especiados (clavo, tomillo, pimienta) y muy balsámico. Lo que más me gusta de este tinto es la capacidad que tiene para cambiar a cada trago y lo original que es, a veces hay fruta, otras veces es muy mineral. Lo peor es que le sigo viendo un poco falto de acidez. En su conjunto, un tinto sensacional.

Vaillant Le Malabé Bonnezeaux 2006

Para los postres dejamos un Chenin botrytizado del Loira, más concretamente de la zona donde se elaboran los mejores vinos dulces de la zona de Anjou: Bonnezeaux dentro de Coteaux du Layon. Hecho un chaval ya va sacando esos aromas de fruta amarilla (ciruela) confitada, membrillo y vainilla aunque en mi opinión lo que más resaltaban eran las hojas secas, heno o hierba recién cortada. Boca muy fresca con esa acidez tan característica de los vinos de esta zona y que, complementada con el dulzor, lo hacen un vino perfecto para beber a cualquier hora del día.

Schloss Gobelsburg TBA 2000 (Kamptal, Austria)

Fue la sorpresa de la comida y el broche final perfecto. La Gruner Veltliner vinificada con botrytis puede ser el mayor de los excesos, es una reto arriesgada, lo puse en la comida como una apuesta personal y me respondió a las mil maravillas. Perfumado, floral y goloso. Me encontré con una fresca acidez inesperada, cada trago pedía más y más. Vino de ilusión.

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